De la misma manera que el propio concepto de la web 2.0 pasó a definir a aquellas empresas tecnológicas que fueron capaces de superar la crisis derivada del estallido de la “burbuja tecnológica” del 2001; hoy, la aplicación de las herramientas que la configuran se han convertido en determinantes para toda aquella empresa o servicio que pretenda situarse con garantías en el espacio que le corresponde. La visibilidad y, con ello, el conocimiento preciso de sus competidores y usuarios/clientes, pasa necesariamente por la gestión eficaz de la información, interna y externa. Por un lado, porque el uso de las herramientas y servicios web de cara a la gestión interna de la información, agiliza las comunicaciones y posibilita la obtención de conocimiento muy valioso sobre competidores y usuarios. Pero además, permite replantear cierta imagen de marca, un sentido corporativo nuevo y el establecimiento de relaciones valiosas entre los servicios y productos ofertados y las necesidades reales de los usuarios. La auténtica revolución viene de la concepción que se tiene de los usuarios: se ha pasado de hablar de ellos como consumidores de información a tratarlos en términos de carácter participativo en la elaboración y gestión de los contenidos. Este cambio es debido al desarrollo de los principios de confianza radical y aprovechamiento de la inteligencia colectiva lo que, indudablemente, permite sentar las bases de un análisis interno y externo de la empresa o servicio en cuestión a partir de las aportaciones provenientes de ambos contextos. En el caso de una empresa, estas herramientas pueden transformarse en flujos informales de comunicación corporativa, de opiniones sobre distintos asuntos que afecten a la organización, así como establecer cauces informacionales entre clientes y empresa. Por su parte, desde la perspectiva de un servicio -y por tanto, donde la obtención de un beneficio económico no parece, en principio, prioritario-, el uso de estas tecnologías 2.0 están encaminadas a la transparencia de la administración y a la consideración del usuario como pieza clave al rededor de la cual giran todos los esfuerzos de la organización. Estar informado de las novedades, aportar sus opiniones o dudas y que estas sean tomadas en consideración, aumentan la eficiencia del servicio prestado o, incluso, enriquecen la experiencia del usuario, a través de su participación.
Bibliotecas 2.0: herramientas y servicios 2.0:
Al comienzo del texto señalaba algunas de estas tecnologías presentes en los sitios web 2.0 pero que no siempre se originaron en su seno. Me refería en concreto a los mashups, ajax (asynchronous javascript and xml), el software social en sus distintas variantes y los rss. Muchos de ellos, han pasado a formar parte imprescindible en los nuevos planteamientos de reconfiguración de los tradicionales servicios web, incluídos los bibliotecarios, fundamentalmente en su dimensión digital o virtual. En ambos casos, el cambio se traduce en la conciencia de que no es ya sólo fundamental transmitir una información veraz y pertinente capaz de generar conocimiento, sino que dicho conocimiento se enriquezca -y con ello, la experiencia del usuario y del propio servicio- en tanto éste pueda transformarse a partir de las aportaciones de los mismos usuarios. Estos dejan de ser consumidores de información para ser creadores de nueva contenido a través del uso de herramientas wiki, blogs, comentarios sobre determinados objetos digitales o creación de otros nuevos, inclusión de etiquetas que describan el contenido de un objeto digital (tagging) o realizar valoraciones (rating), además de otras funcionalidades concretas.
Por todo ello, el documentalista en su más amplia extensión conceptual, ha de estar abierto al cambio por cuanto sus funciones están dirigidas al usuario, y éste, como vemos, hace tiempo que ha hecho de las herramientas informáticas elementos de uso diario. Particularmente, las bibliotecas han de perder el miedo a las tecnologías y a la innovación, elementos necesarios de cara a lograr servicios eficientes que doten de valor añadido a los servicios de gestión y recuperación de la información. Dejando de lado la difícil conceptualización de las bibliotecas digitales, virtuales y los repositorios, no cabe duda de que la llamada biblioteca 2.0 no es sino la aplicación de las tecnologías y la filosofía de la web 2.0 a las colecciones y los servicios bibliotecarios, tanto en un entorno virtual como real. Por tanto, no supone un cambio radical en las funciones y objetivos de este tipo de unidades de información, pero sí una apuesta de cara a alcanzar un alto grado, creciente y continuo, de eficacia y eficiencia en los procesos, dirigidos en ultima instancia, a la satisfacción del usuario. Y dicha apuesta precisa de la evaluación continua de los procesos y los recursos, basada en las valoraciones internas y externas de los trabajadores y de los usuarios.
En definitiva, la importancia creciente de los usuarios finales que reclaman una serie de informaciones de manera rápida y eficaz, obliga -sobre todo frente a la casi total “googlelización” de estos- al desarrollo de productos eficientes que sean atractivos y hagan de la obtención de la información un producto de valor añadido que los motores de búsqueda no puedan ofrecer. Y este valor añadido derivará no ya de la “cantidad” de información que podamos ofrecer, sino de la calidad de la misma, de los criterios aplicados en la selección de la misma y, ahí está la clave, en la posibilidad de acceder, compartir y enriquecer las informaciones. Los trabajadores de la unidades de información, junto con los especialistas informáticos, deberán solucionar los problemas derivados en la transmisión y enriquecimiento de los datos transmitidos entre distintas unidades informativas, o el desarrollo de herramientas que faciliten la accesibilidad y la difusión de la información. De igual modo, la dificultad en la explotación y gestión de los derechos de autor es otro escollo que está ralentizando muchas de estas propuestas. A día de hoy, la inclusión de blogs, la sindicación de contenidos de varios canales rss para publicar páginas web que agrupen la información de interés para los usuarios, crear canales rss de nuevas adquisiciones. Todo ello, debería estar unido también a la elaboración de programas de alfabetización informacional dirigidos a los usuarios y a los trabajadores que lo necesiten.
Por último, creo que pueden resultar interesantes las ponencias presentadas en la jornada titulada “Acercamiento profesional a la web social: experiencias de bibliotecas 2.0 y formación en nuevas herramientas”, celebradas en la Biblioteca Nacional en 2008. Pueden consultarse en la página web de SEDIC: SEDIC: Web Social y Bibliotecas 2.0